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GRAN TRAIL PICOS DE EUROPA 2019

BENIA DE ONIS - ASTURIAS - 22 JUNIO 2019

 

 

 INFORMACIÓN GENERAL DE LA CARRERA (WEB).

 

Esta segunda edición, presenta como novedad la distancia ultra, pasando a un recorrido más largo, con mayor desnivel y sin duda de mayor belleza para los corredores. Consta de cuatro pruebas: una ultra de casi 70 km, una versión trail de 35km, una media maratón de montaña de 21 km y una carrera de 10 km, con salida y llegada en la localidad de Benia de Onís, una de las puertas de entrada al Parque Nacional de Picos de Europa. La distancia ultra, cuenta con una desnivel positivo de 5.300 m, adentrándose en el Parque Nacional Picos de Europa y recorriendo lugares de singular belleza como el río Casaño, los puertos de La Molina, la Majada de Belbín, Canal de Culiembru, ruta del Cares, Canal de Trea, Vega de Ario y Lagos de Covadonga. La distancia de 35 km, 22 km y 10 km basarán su recorrido en los puertos bajos del concejo de Onís, recorriendo los lugares de pastoreo de la zona, próximos al Parque Nacional de Picos de Europa. 

 

 

 

CRÓNICA GTPE 70 KM  - Roberto Martinez

Vale!!! Lo admito, me puede la pasión y es algo que no puedo evitar sentir, pero para un asturiano poder correr por el parque nacional de Picos de Europa es algo muy especial y más cuando por la distancia a Asturias y la compañía de mi hermano lo puedo disfrutar en contadas ocasiones del año. Y la GTPE es una de ellas. 

Mi hermano gemelo Suso ya lleva unas cuantas ultras en las piernas corriendo a un gran nivel y para mí ésta sería la primera en esta distancia, ya que hasta ahora la competición más larga sería ésta carrera el año pasado con 55 km. Hemos disfrutado cada kilómetro como siempre lo intentamos hacer, ya que por encima del resultado consideramos y tenemos pactado vivenciar la carrera, ver sus paisajes, conversar con otros corredores, sonreír, saludar y felicitar a cada voluntario que nos encontramos en el recorrido. 

 

Este año se ofrecía la posibilidad de realizar la inscripción por parejas en las distancias de 70K y 35K. A por ella nos tiramos de cabeza, aunque es la forma en la que siempre competimos cuando podemos coincidir en alguna carrera.

El viernes 21 de junio  por la tarde nos acercamos al pequeño pueblo de Benia de Onís, cerca del turístico  pueblo de Cangas de Onís, donde se respiraba un ambiente de auténtica carrera de montaña para retirar con mucha ilusión y nervios los dorsales y charlar con los amigos que competirían en la GTPE 70K. Entre ellos estaba Javi, ilusionado como todos ante el reto que teníamos encima y del que no había manera honrosa de escapar. Tras intercambiar impresiones y sensaciones nos acercamos a la reunión técnica, en la que nos confirmaron la reducción del material obligatorio que finalmente la organización consideraba imprescindible, debido a la excelente meteo que se preveía para el sábado. A continuación poco más del viernes, cena, preparar la mochila, la ropa y bien temprano a dormir, que nos espera una buen madrugón y una gran carrera por disfrutar.

 

Bip, bip, bip… Bip, bip, bip… ¿Ya? Sí, son las 4:15h. Toca “ponerse de bonito” y a desayunar que en 50’ tenemos que coger el autocar de la organización para ir hasta la salida en Benia. Una vez allí acudimos a la recta de salida, donde nos sumamos a los pocos corredores que había en ese momento. Poco a poco fue cogiendo color el lugar y apareciendo caras conocidas, con los correspondientes saludos, fuertes achuchones, comentarios precarrera, etc. acompañados de una gran emoción. Pasamos el control de material. A  lo que nos dimos cuenta eran casi las 6 de la mañana y estábamos, primero escuchando el “Asturias patria querida” interpretado por una excelente gaitera, que nos ponía a todos los pelos de punta, y a continuación cantando y botando con los “cuernos al sol” a ritmo de Thunderstruck de ACDC, para en nada comenzar la cuenta atrás: diez, nueve, ocho… ¡Yaaa!

Suso y yo como conocíamos el recorrido nos colocamos en la segunda fila del angosto arco de salida, con la intención de evitar el atasco que se suele formar al kilómetro y medio cuando se estrecha la “caleya” y te obliga a correr en fila india. Hasta ese punto pudimos disfrutar de la compañía de Pablo Baisón, un gijonés que a la postre sería el vencedor de la prueba. ¡Qué gozada ir a su estela! Y qué envidia verlo correr tan fácil en cuanto el camino se puso difícil.  A partir de aquí mandaba el terreno que pisábamos formado por piedras y barro, que junto con el creciente desnivel nos obligaba a caminar y empezar a tirar fuertemente de los bastones. Tras estas primeras rampas boscosas y oscuras  poco a poco fuimos ganando altura y alcanzando pequeñas cimas, en las cuales podíamos prescindir del frontal y distinguir claramente el color del paraíso por el que transitábamos, gracias a los primeros rayos de sol del amanecer. Pasado el primer avituallamiento casi sin parar en el km 5,9 nos desviaron hacia el este, con la intención de iniciar los 15 km del nuevo recorrido. Nos harían cruzar grandes praderías de pasto de la montaña asturiana con ascensos y descensos, para llegar al segundo avituallamiento situado en el pueblo de La Molina tras un descenso rápido por una pista forestal y un pequeño tramo asfaltado en el km 14. Para finalizar este nuevo tramo aún nos quedaría disfrutar de un frondoso bosque por un serpenteante sendero, en ocasiones demasiado cerrado de vegetación para nuestro gusto, junto al río Casaño. Una vez vadeado el río con la ayuda de una cuerda a modo de pasamanos para evitar caídas, comenzaríamos un fuerte ascenso por la senda del bosque que enlazaría con el recorrido del año anterior hacia el km 20. Fue en este tramo donde me di un golpe en la rodilla izquierda al resbalarme la zapatilla en una pequeña trepada. Aquí no me causó ninguna molestia para continuar pero más adelante nos condicionaría en gran medida.

La subida que partió del río Casaño nos llevaría a unas verdes vegas de pastoreo tras las cuales hicimos un pequeño descenso, para iniciar la empinada y larga subida de hormigón al tercer avituallamiento situado en el km 22 en La Camba. Desde bien lejos se aprecia perfectamente en lo alto la carpa y los voluntarios que allí nos estaban esperando.

En este punto y superando una cadena por el lateral nos adentramos en territorio del parque nacional de los Picos de Europa. ¡¡Qué gran día!! En todos los aspectos. Gracias a una meteo perfecta y con gran visibilidad, que en ese momento nos permitía disfrutar el paisaje que se nos abría delante de nuestros ojos, privilegio y estímulo que el año pasado no pudo ser. Por la compañía de mi hermano y del resto de competidores, que entre los cuales nos encontramos a muchas caras conocidas de otras carreras de montaña y de nuestros años de competición en piragüismo. Por los pastores de picos, siempre atentos y dispuestos a ayudarte en todo lo que necesitaras. Gran gente estos hombres que se pasan largas temporadas en la montaña junto a su ganado, ya haga frío o calor. Seguimos corriendo…

Aquí el terreno por el que discurre la competición se vuelve más rocoso y se convierte en carrera de montaña de verdad, aunque en muchas ocasiones se va alternando el sendero con tramos de hierba y tierra. Subes y bajas continuos con el macizo central de Picos enfrente de nosotros nos llevaría al primero de los grandes descensos de la carrera, comenzando aquí mi particular “vía crucis” debido al golpecito en la dichosa rodilla. Se trata de la canal de Culiembru y sus casi 1000 m. de desnivel negativos para llegar al cuarto avituallamiento en el km 32, situado en la garganta del Cares. Es un descenso muy vertical y técnico con algún destrepe, en el cual me era imposible poder correr donde nos lo permitía el sendero, llegando como máximo a un ligero trote para evitar el dolor que ello me producía. Suso me miraba y me transmitía tranquilidad en todo momento para poder valorar la situación lo más objetivamente posible, incluso para decidir abandonar la carrera en el control de paso de la senda del Cares si así fuera preciso. Llegamos a Culiembru y aquí cargamos a tope de agua, ya que hasta el siguiente avituallamiento distaban 11 km y con la canal de Trea y la cima del Jultayu, en los que se salvan 1600 m. positivos por medio… Sabíamos que a mitad de la subida de Trea hay una cascada de agua fresquísima de montaña, pero el calor que hacía a esas horas nos obligaba a ir bebiendo constantemente.  El tramo de la ruta del Cares, desde Culiembru hasta el inicio de Trea, por normativa del parque nacional, está prohibido correr ya que es una zona donde hay una concentración importante de turistas.  Aquí es donde además de comer e hidratarnos bien, pude comprobar que en plano no tenía molestias y la rodilla me permitía continuar…. ¡Adelante!

¡Brutal y bellísima! Es como denomino la canal de Trea. Me parece el tramo más impactante de toda la carrera. Es un claro ejemplo de lo que es correr por Picos y las verticales que ofrece esta zona montañosa. Una subida muy fuerte por un sendero estrecho y serpenteante en el que no existe ni un paso que te permita descanso alguno. Su parte baja es sombría y gran parte del sendero es de tierra, pero en la medida que se va ganando altura estas bondades desaparecen y se convierte en una ascensión rocosa y expuesta a un sol de justicia, donde la distancia y el desnivel acumulado hasta ese momento coloca a cada uno en su sitio.  Coger el ritmo adecuado desde el principio o como se dice por aquí, “chino-chano” es importantísimo, tal y como pudimos comprobar en muchos de los corredores que en ese momento iniciaron la ascensión con nosotros. Al principio te puede parecer que vas muy lento, pero para llegar al collado de Las Cruces y continuar hasta la cima en el Jultayu experimentarás un auténtico infierno si no ajustas bien el ritmo. De gran ayuda psicológica fueron las personas que estaban ascendiendo este tramo por libre, ya que no dejaban de empujarnos hacia la cima. 

Si uno de nuestros pactos en las carreras es disfrutar del paisaje por el que transitamos, la canal de Trea es uno de ellos. Hacia la mitad de la ascensión a nuestras espaldas, al otro lado del río Cares, se encuentra la canal del Agua. Hermosísimo paraje enclavado en pleno macizo central de Picos. Una buena descripción de esta canal la escribió Francisco Ballesteros en el libro “La Garganta del Cares y sus caminos. De Caín a Poncebos” y que podemos leer en el siguiente párrafo:

“Esta es sin duda la entrada más dura, hermosa y difícil de todo el macizo central, no pudiendo considerarse como un acceso, sino más bien como una ascensión, una auténtica actividad montañera en sí misma para la que es preciso un gran entrenamiento y ciertas cualidades montañeras. Es un itinerario muy poco frecuentado y bastante comprometido, sólo algunos pastores lo han llegado a utilizar en contadas ocasiones para subir en busca de sus rebaños de cabras. Todo el recorrido es extremadamente salvaje y carente de senderos. Para afrontar con seguridad algunos de sus pasajes que hay que superar en la primera parte de la Canal del Agua puede ser recomendable el uso de la cuerda. Utilizar este itinerario en sentido descendente sin conocerlo de antemano implica el aceptar riesgos difíciles de evaluar”.     

El Jultayu parecía inalcanzable en el collado gracias a la gran visibilidad que había, ya que se podía distinguir desde muy lejos todas las personas que estaban en la cima esperando la llegada de los corredores. Si ya “gozamos” paisajísticamente durante la ascensión, alcanzar la cumbre fue una auténtica explosión de emociones. Se abría ante nosotros un increíble espectáculo natural en pleno corazón de Picos de Europa, resultando estremecedor colgarse de este vertiginoso mirador hacia la Garganta del Cares, separación física entre los macizos central y occidental y hacia Los Urriellos. ¡Las vistas son una auténtica pasada! A 1940 m. de altura es uno de esos sitios donde se te acaban las palabras. Es una tremenda caída vertical de 1500 m sobre el desfiladero del Cares distinguiendo claramente el pueblo de Caín allá abajo. 

 

Tras dos horas de dura subida y sin ningún problema nos tocaba enfrentarnos ahora al vertical y técnico descenso de 400 m. que nos llevaría al refugio de Vega de Ario y el increíble quinto avituallamiento del km 41. Tal y como nos ocurrió en Culiembru tocaba sufrir y reducir la marcha en la bajada. 

Agua fresca, sandía, naranja, pasta, sándwiches, caldo con fideos, frutos secos, dulces… ¡Qué bueno todo! Nos moríamos por comer comida de verdad y apartar por un rato los geles y las barritas.

El trato y la atención de los guardas del refugio de Vega de Ario y voluntarios en este avituallamiento fueron de diez, como en todos, saliendo de allí con las pilas cargadas a tope y con la moral bien arriba. 

Conocíamos perfectamente el recorrido y a partir de ahora se volvería una carrera mucho más “amable”, en cuanto al perfil y el tipo de terreno a pisar. Iríamos perdiendo altura progresivamente y realizando pequeñas ascensiones, pero nada de qué preocuparse siempre y cuando se “guardaran piernas” para afrontar esta última parte del recorrido. En este punto la carrera ya se había estirado y era una auténtica gozada poder disfrutar de ella casi en solitario o en pequeños grupos. Pero vamos por partes…

Dejamos el refugio de Vega de Ario tranquilamente con la compañía de un corredor de Murcia (no recuerdo su nombre) por un sendero al principio rocoso muy bien marcado, ya que es una ruta muy transitada por corredores y senderistas para subir de Los Lagos de Covadonga. Ahora tocaba dejarse llevar hacia abajo y dar un respiro a las piernas, para permitir trabajar al estómago tranquilo e intentar evitar problemas gástricos. Poco a poco ese sendero rocoso se iría transformando primeramente en una senda de tierra, para después ser una excelente y corredera senda de hierba de subes y bajas, bajas, bajas. ¡Aquí sí!, ¡aquí sí! Es donde se puede apretar y pensar en llegar a ver lo antes posible los Lagos de Covadonga. Cruzamos a todo trapo la majada de Belbín, llena de ganado que se pasa aquí todo el verano pastando. El primero en aparecer a lo lejos es el lago de Ercina. La senda desaparece y se realiza un increíble campo a través hasta las escaleras que dan acceso al pequeño bar-restaurante y a un mirador del lago. Aquí tenemos un control de paso en la zona llamada entrelagos (no se han matado buscando un nombre). Desde este enclave se puede ver la zona del sexto avituallamiento, pero aún nos quedaría rodear por completo el lago Enol. Continuamos por una larga bajada también campo a través hasta la misma orilla del lago, realizando un paso muy bonito por encima de unas piedras y junto a una pared que permite acceder al otro lado del mismo. Corre que te corre y pensando en llegar al avituallamiento me empané y se me pasó por completo la tachuela de casi 300 m positivos del pico La Porra de Enol… Creía que seguiríamos la senda que lo rodea, luego accederíamos a la carretera y así llegar al avituallamiento… ¡Pues no! Había que subir a la dichosa Porra. Maja la subida con unas vistas muy buenas del lago y una bajada por una senda boscosa muy bonita. Fue en esta durilla subida donde dimos alcance al murciano que se nos escapó en la senda de bajada al lago Ercina. A partir de ahí desapareció. 

Por fin llegamos al sexto avituallamiento situado en el aparcamiento de la Buferrera en el km 53, después de hacer un pequeño tramo por asfalto. Punto de vida en el que estaban esperándonos las mochilas con lo que cada uno considerara para continuar la carrera. Aquí estaban nuestros padres esperándonos para animarnos en el último tramo hasta la meta. Estaban más emocionados que nosotros al vernos aparecer y alargamos un poco el avituallamiento para disfrutar el momento en familia. Sin utilizar nada de la bolsa de vida y aprovechando todo lo que la organización nos proporcionaba en el avituallamiento, nos despedimos y continuamos hacia la meta.

 

Afrontamos estos últimos 16 km. Cargados de ilusión y disfrutando cada metro de la carrera porque veíamos que esto poco a poco se terminaba. Atrás dejamos el duro recorrido por Picos, los increíbles paisajes de montaña, los momentos de flaqueza mental y apuros físicos. Destacar en este último tramo los senderos y toboganes de barro, que este año gracias al buen tiempo que nos hizo se redujo en gran medida respecto al año pasado, donde fue una auténtica tortura. Dos avituallamientos nos quedaban para reponer fuerzas que hicimos muy rápidos, en el km 57 y 63, donde cargamos agua un poco de fruta y a seguir corriendo. Después del último avituallamiento en el pueblo de Demués se afronta la última tachuela de unos 300m positivos, antes de encarar la rápida bajada hacia la meta situada en el pueblo de Benia de Onís. 

Tras doce horas y dos minutos llegamos felices a la meta. Allí estaban nuestros padres para inmortalizar y compartir estos increíbles momentos. ¡Gracias por todo! 

Después del verano tocará “negociar” con Suso las carreras para el próximo año y ya veremos para donde tiraremos, pero esta carrera es de las que siempre están presentes y apuntadas en la lista inicial.

Para finalizar me gustaría decir que es una gran carrera con una variedad de distancias que permite a casi todos disfrutar a tope de los Picos de Europa. 

Ánimo y no perdáis la oportunidad de disfrutar de la edición del 2020, que por cierto… ya hay fecha: el 27 de junio. 

Para toda la información que preciséis y ver fotos y videos del recorrido lo tenéis en: www.gtpe.es y en su Facebook.


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Trail

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